Migas
.....Escondía hojas de árbol o sobres de azúcar dentro de los libros. Algunos, los menos, no lograban guardar el secreto. Derramaban la puntita de una pluma o el extremo de una cinta. Eran los otros, los más callados, los que conseguían dar el efecto. Éramos asaltados por todas esas láminas digeridas que se venían sobre nosotros cuando leíamos acostados o que se caían al suelo cuando hojeábamos de pie. -Así los libros también dicen otra cosa -me explicó ella. Podían encontrarse viejos australes, coloridos boletos de colectivo, listas de compras, facturas de supermercado, etiquetas de ropa, cartas de amor. Las migas de un largo recorrido.
.....Una tarde le propuse quedarnos en la pieza. No tenía muchas ganas de salir. Quería abrirle la panza a todos sus libros y ver cuántas cosas encontrábamos. -No están para ser encontradas -me dijo. -Están para ser descubiertas.