jueves, febrero 21, 2008

Caracoles

.....El día era cálido y vestía un sol radiante. Las amplias, blancas sonrisas de un típico día de playa. Sostenía mi cerveza reclinado contra el viejo Chevy. Julia juntaba caracoles. Estábamos allí, entre las sombrillas y los chapoteos. De a ratos podía verla desde donde estaba.

-¿Para qué carajos vamos a juntar caracoles? -le había preguntado. -¿Qué mierda vamos a hacer con los caracoles?
-No sé cuál es tu problema, pero si vamos a pasar cerca de una playa y no vamos bajar para mojarnos los pies o para comer unas rabas, por lo menos vamos a juntar unos cuantos caracoles.
-¿Y dónde los pensás poner, me querés decir? ¿Con la ensalada rusa y el pollo?
-No sé. Después vemos.

.....Llevábamos horas de viaje. Hacía calor y el sistema de aire del Chevy había dejado de funcionar en la década del 80. Nos faltaba realmente poco para llegar a la casa de playa de sus padres.

-¡Ahí está! Vaciamos una Bud y los metemos dentro. Quedarían de maravilla.
-Está bien, vos juntá tus caracoles. Yo voy a quedarme en el auto vaciando la Bud.

.....Una señora gorda pasó caminando y me miró con una sonrisa. Estaba tomando un helado. Allí estaba yo. Derrotado. No había planeado interrumpir el viaje sobre el final, especialmente para juntar caracoles. Pensé en los caracoles. Ellos tampoco habían imaginado dejar la playa dentro de una Bud. Julia, en cambio, lo sabía todo. Qué destino. Los caracoles y yo, juntos por decreto divino de una mujer que no puede pasar cerca de una playa sin detenerse un segundo para mojarse los pies o para comer unas rabas. En realidad no estaba tan mal. No estaba nada mal. Era un gran día y la Bud estaba verdaderamente helada. Cada tanto podía verla amanecer entre las sombrillas de colores.

miércoles, febrero 20, 2008

Zapatos

.....Hay algo de tus ojos que se queda conmigo cuando los cerrás. Se había ido. La noche con todos sus vagos, sus charcos y todas sus cicatrices lo albergaba ahora. Caída libre hacia lo conocido, de no ser por sus manos, claro, en todos los rincones tomándolo por los tobillos, interrumpiendo el proceso que lo devuelve cada noche a sus zapatos. ¿Por qué no cedía?
.....Llegó al departamento. La soledad se siente cuando las cosas permanecen donde uno las deja. Se desvistió y tomó un vaso de agua fría. ¿Cómo olvidar lo que llevamos dentro? Se lavó las manos, tratando de sacarse el cigarrillo de encima. Perfume de muerte. Deshacerme de vos sería deshacerme de mí, pensó. Apagó las luces y cruzó la oscuridad hasta el velador en la habitación. Sobre la cama, un zapato de mujer.